" Habla y actúa desde pensamientos insensatos, y la desgracia te seguirá como la rueda que sigue al buey que tira de un carro.
Habla y actúa desde pensamientos sabios, y la felicidad te seguirá tan de cerca como tu sombra, inamovible.
- El Dhammapada -"
El otro día tuve una sesión de coaching con un cliente que empezó diciéndome:
"Quiero saber qué me pasa cuando alguien que me importa me dice algo y mi atención se pierde en mis pensamientos.
Después de unos minutos de escucha, dejo de prestarles atención, no escucho lo que me dicen".
Esa persona, en la sesión, llegó a sus propias conclusiones, pero el tema me parece tan interesante y actual que quiero reflexionar sobre él y compartirlo.
Me dedico al coaching desde hace más de 10 años.
Una de las cosas que hago es impartir cursos sobre "Herramientas de coaching para líderes" en las empresas.
Veo una y otra vez que el gran problema que tenemos todos, y mucho más en las organizaciones, es que nuestra cabeza está llena de ruido.
No podemos dejar de lado ese ruido para escuchar a otra persona.
La cuestión aquí es:
si queremos escuchar, incluso si nos decimos a nosotros mismos que la persona que nos habla es esencial, ¿por qué fallamos?
Sabemos que hay varios niveles de escucha:
1º.- Cuando escuchamos, queremos escuchar, pero no podemos detener el diálogo interno y la corriente de pensamientos.
2º.- Escuchamos las palabras pero no entendemos a la persona porque escuchamos con nuestro propio filtro.
3º.- Escuchamos y comprendemos porque preguntamos a la persona lo que quiere decir, intentamos saber lo que quiere transmitir.
También conocemos muchas técnicas para detener nuestra mente y escuchar,
como escribir nuestros pensamientos o repitiendo lo que dice la persona que nos habla...
Pero lo que funciona, al menos para mis clientes y para mí, es:
1.- Tomar tiempo para estar conmigo mismo. A solas y en silencio,
2.- Reflexionar sobre mis prioridades. Dame el tiempo para saber qué es importante para mí,
3.- Observar si, en mi día a día, estoy dando espacio a lo que es importante para mí y cuánto tiempo le dedico.
¿Qué me lleva a escucharme y a darme mi espacio?
Una vida coherente entre mis valores y mis acciones, porque eso aporta mucha calma y paz mental.
Deja mi mente con suficiente espacio para escucharme a mí mismo, especialmente cuando quiero estar con otros que quieren escuchar.
También me he dado cuenta de que si no me doy espacio para frenar conscientemente, me resulta muy difícil dar espacio a los demás.
Por mucho que en mi cabeza me lo diga:
"Las personas que me hablan son críticas conmigo, y quiero escucharlas".
si no tengo entrenamiento para escuchar, para escucharme a mí mismo, no tendré el entrenamiento necesario para escucharlos con atención plena.
La atención es algo que podemos y debemos entrenar a diario.
La buena noticia es que este entrenamiento puede realizarse diariamente, en minutos, momentos intercalados con las obligaciones laborales, haciendo pequeñas pausas conscientes.
Las pausas conscientes son aquellas en las que nos centramos en algo concreto y observamos.
En conclusión,
Te animo a que hagas Pausas Conscientes y compartas los cambios que observas en
tus relaciones, tus conversaciones y tu vida.
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